
¡Hola!
Soy Ana Badorrey Santaolalla, psicóloga general sanitaria. Hace más de 10 años comencé mi camino en la psicología, aunque podría decir que mi verdadera formación empezó mucho antes, en cada historia que escuché y en cada emoción que intenté comprender. Desde siempre he sentido una profunda curiosidad por el ser humano y una enorme sensibilidad hacia lo que nos mueve, nos hiere y nos transforma.Me emociona el privilegio de acompañar a las personas que confían en mí y comparten sus historias, sus inquietudes más sensibles, sus luces y sus sombras. Creo que la terapia es un espacio donde el encuentro humano se vuelve genuino, donde la escucha se convierte en abrazo y la palabra en herramienta de cambio.

A lo largo de mi vida, he encontrado en mis pasiones grandes maestras que también han moldeado mi manera de estar en el mundo y de ejercer mi profesión.
En los animales, he hallado amigos leales que me enseñan a mirar con ternura, a confiar sin juicios y a valorar la presencia sencilla y sincera.
En la lectura, he descubierto espejos y palabras que me ayudan a comprenderme, a ordenar mis propios relatos y a recordar que todos somos, en esencia, historias que buscan sentido.
En el yoga, encuentro equilibrio, sostén y refugio para mis emociones, un espacio donde cuerpo y mente dialogan y donde el silencio se vuelve aprendizaje.
Y en la naturaleza, hallo la mayor de las sabidurías: la calma de los ciclos, la paciencia del crecimiento, la quietud que enseña sin palabras.
Todo ello se entrelaza en mi forma de acompañar: una mirada humana, respetuosa y atenta al ritmo y la esencia de cada persona.

Mi metodología de trabajo
Mi formación y mi experiencia me han llevado a comprender que el ser humano solo puede entenderse desde una mirada integral. Por ello, mi práctica se basa en un enfoque integrador con base cognitivo-conductual, que me permite adaptar las estrategias terapéuticas a las necesidades y particularidades de cada persona. En terapia, parto de lo que habita dentro, sin perder de vista lo que ocurre fuera, el contexto y el momento vital.
Pongo atención, cuidado y respeto en cada encuentro, porque creo que todas las historias merecen ser vistas y escuchadas con la misma entrega, ternura y aceptación incondicional. Mi propósito es ofrecer un espacio que sea refugio e impulso.